Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, June 3, 2012

Les disparus de Saint-Agil (Christian-Jaque, 1938) – 8/10


Una vieja película de misterio y suspenso, en un internado de niños. Una historia sencilla pero muy bien llevada, con ritmo, efectos de cine negro. Actuada y realizada con gran talento. Y una excelente música.
Ficha IMDb

Tres adolescentes, alumnos de un internado, Macroy ( Mouloudji), Baume (Serge Grave) y Sorgue (Jean Claudio) sueñan con ir a los Estados Unidos y forman un club, Chiche-Capon, para organizar su viaje. El lugar de reunión es la sala de ciencias bajo la protección de Martin el esqueleto. Pero una noche Sorgue se queda solo para poner al día el libro del club, después de que sus amigos vuelven al dormitorio. Y ve a un extraño hombre que parece salir de la pared, deslizarse y desaparecer.

Al día siguiente, convocado a la oficina del director por perturba rla clase de inglés del maestro Walter (Eric von Stroheim), desaparece.

Unos días después le toca a Macroy esfumarse. Solo queda el pequeño Baume, quien se dedica a investigar.

Lo más interesante en la película no es en realidad la historia, bastante sencilla, sino los actores y la forma de crear alrededor de cada personaje un ambiente particular.

El joven Sorgue, autor de una novela que pone en escena a los tres miembros de Chiche-Capon con Martin el esqueleto, es un apasionado del misterio. Él es quien ve al hombre misterioso y es fascinado por "El hombre invisible" de Wells, que les cuenta el profesor Walter. Para él, Christian-Jaque utiliza una estética expresionista, con luces y sombras, enfatizando el misterio.

Macroy, realista, ya no soporta las reglas del club y las considera como limitantes. Decide fugarse de la escuela. Llegará hasta Le Havre pero será sorprendido al subirse de polizón al Normandie, a punto de salir para Nueva York.

El tercer mimbro del club, Baume es un fanático de las reglas y los rituales. Su amor al razonamiento lógico hace de él un pequeño Sherlock Holmes, capaz de resolver el enigma de las desapariciones. Inclusive, en la novela, él lleva un diario de sus deducciones. En la película, asociará sus talentos a los del Profesor Walter para encontrar la verdad.

Walter, el profesor de inglés, el extranjero, perturba, asusta. Obviamente, el físico del inquietante actor austriaco Eric von Stroheim ayuda a crear tal ambiente. Sombrero, bufanda y abrigo lo envuelven completamente como el hombre invisible quien necesita cubrirse para volver visible. Su voz siempre lenta, calmada y baja podría ser tramposa. Necesita dos pares de anteojos y alza unos pegados a su frente, los que da la impresión que tiene doble mirada. Los adultos desconfían de él, en estos años previos a la segunda guerra mundial (La novela de Pierre Véry se ubicaba antes de la primera, pero el ambiente y los prejuicios son los mismos). Pero él siempre sale en defensa de los niños, quienes adivinan en él una ternura y un sufrimiento escondidos.

La sombra, César (Robert Le Vigan) camina como deslizando. Nunca se ve de cuerpo entero. Su cara sombría y sus ojos profundos amenazan al pobre Lemel (Michel Simon), frustrado artista grabador, venido a menos como profesor de dibujo y fabricante de placas para falsos billetes. Y alcohólico. Y, claro, Michel Simon, con su físico peculiar y su cara tan fea, es perfecto para el papel. Siempre borracho, siempre asustado, perseguido por sus frustraciones y sus culpas.

El conserje, Mazeau (Armand Bernard) es un fanático de ciencias ocultas, su voz sentenciosa quiere hipnotizar y convencer a todos de la importancia de detalles.

Los diálogos son de Jacques Prévert, el gran poeta y dialoguista de todas las películas populares de los 30’s y 40’s, Drôle de drame (Carné - 1937 ), Quai des brumes (Carné - 1938), Les enfants du paradis (Carné - 1943) y algunos más. A él se deben estos diálogos poéticos, con sencillos juegos de palabras: los niños no tienen dolor de garganta, tienen el "petirrojo"; según el director, es extraño que Baume haya visto "algo sobrenatural" en el salón de "ciencias naturales". O la reflexión de un maestro al Profesor Lemel: "Usted bebe a escondidas, pero titubea en público". O la atinada sentencia de Donadieu (René Génin), el profesor de música, obsesionado por la guerra, para justificar la desconfianza hacia el profesor Walter : "Es siempre con extranjeros con quien estaremos en guerra".

Ninguna mujer en esta escuela de niños, ni en la acción, ni en los pensamientos de ninguno de los presentes. Ninguna madre, maestra, hermana o novia. Un ambiente cerrado, del cual saldrán los niños una sola vez, de noche, para ir a rescatar a Sorgue, prisionero de los malvados en una casita en el campo. La película abre y cierra con una sesión de los Chiche-Capon, con sus tres miembros, y un nuevo iniciado al final. Solucionado el problema, se vuelve al principio, a la vida normal.

La película es al mismo tiempo cuento infantil, suspenso policiaco, descripción de una micro sociedad a la víspera de un evento histórico catastrófico. Todo a la vez, y con mucho talento a la vez que ingenuidad.

Por cierto, los créditos de principio van pasando hacia el fondo de la pantalla, desplegandose como en una cinta, efecto que George Lucas usara en Star Wars (1977).

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