Un clásico definitivo,
Léon es una obra impactante en sí misma y por la gran influencia que ha tenido
en creadores de todos géneros. Luc Besson, escritor y director, es de los
pocos, sino el único, directores franceses que entienden el cine de acción
mejor inclusive que muchos gringos.
La ficha
IMDB.
Mathilda
(Natalie Portman) es una precoz pre-adolescente que debe vivir en el infierno
de su disfuncional familia. Cuando la familia entera de Mathilda es asesinada
por los hombres del policía corrupto Stansfield (Gary Oldman) su único refugio
es el departamento de su vecino, Léon. Léon (Jean Reno) es un infantil asesino
a sueldo cuyas únicas conexiones son con su planta y con su jefe, Tony (Danny
Aiello). Mathilda, empeñada en vengarse por la muerte de su hermano, entabla
una relación con Léon para que este le ensene a matar. Por supuesto, las vidas
de ambos cambian completamente.
Léon es una
de esas películas que hay que ver y volver a ver. No porque sea compleja o
difícil de entender; no es el caso para nada. Sino porque es muy disfrutable,
porque los personajes son tridimensionales y bien interesantes y porque está
extremadamente bien contada. Léon es una película de acción excelente y además
inteligente.
El guion es
fantástico en su capacidad de mantener la tensión y el conflicto aun fuera de
las secuencias de acción. Pero su mayor merito está en la construcción de los
personajes. La oposición entre Mathilda y Léon es fantástica. Mathilda es una niña,
pero su imagen es tan sexual que más de un momento es de verdad incomodo. Tiene
una familia numerosa pero está completamente aislada, salvo por su hermano a
quien quiere más que a nada. Es extrovertida y en apariencia no le tiene miedo
a nada y no le importa nada. Léon es un asesino cuyo único vicio es su vaso de
leche todas las noches, todas las mañanas. Su comportamiento es tímido, huraño.
En todo sentido es como un niño cuya única familia es el hombre que le asigna
gente a quien matar. Juntos, Léon y Mathilda son un adulto y un niño, pero
solamente porque cada uno tiene partes de ambos. El maloso es extraordinario
también. Definitivamente con mucho menos volumen que los personajes
principales, Stansfield no solo genera antipatía, sino que da hasta miedo. En
solo unos momentos queda claro que su compas moral esta más que fuera de tono,
sino también que es completamente impredecible. Algo que espanta, pero que
también lo contrapone muy bien al calmado y calculador Léon (además de sus
ropas blancas opuestas a las negras de Léon).
Otro gran
merito es que esos personajes están representados por fantásticos actores. Jean
Reno hace un gran trabajo y su acento le ayuda a dar vida a este tímido sujeto,
completamente fuera de este mundo. Gary Oldman hace un excelente trabajo
también y crea un villano que será el estándar para malosos futuros por mucho
tiempo. Su locura esta clara en cada gesto, cada arrebato y cada silencio; a
pesar de su relativo poco tiempo en pantalla, su presencia se resiente siempre.
Natalie Portman es simplemente genial. Como camina entre la inocencia y la
sensualidad provoca casi tanto miedo como Gary Oldman. Es imposible imaginar
esta increíble producción con otro equipo.
Después de
eso por supuesto hay que mencionar lo increíbles que son las secuencias de
acción. El frio y calculador Léon enfrentándose
a frenéticos dementes o confundidos policías resulta en balaceras sensacionales
que son un agasajo visual. A tantos años de distancia, el ataque de la policía
al departamento de Léon, o el primer trabajo que lo vemos realizar siguen
siendo de lo más emocionantes.
Y el final
es brutal. El final es de los mejores finales de todos los tiempos. Un final
digno de estos personajes y esta historia. Un gran final para una gran
película.
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