Un gran momento de placer teatral, con grandes actores, los actores preferidos de Resnais , en esta cinta que fue la última del realizador audaz de L’année dernière à Marienbad , en 1961.
Ficha IMDb
Teatro en el teatro, la cinta de Resnais juega con la representación de la realidad, hace existir lo que no existe, da o resta vida y presencia a los lugares y los personajes.
Desde el principio, se entiende que los personajes actúan en una obra de teatro. Tienen su vida real de Colin el medico (Hippolythe Girardot) ,casado con la enérgica Kathryn (Sabine Azéma) , de Jack el rico noble provinciano ( Michel Vuillermoz) , esposo infiel de Tamara ( Catherine Silhol) , y ensayan para una obra de teatro que van a presentar en unas semanas. Por otro lado, Siméon el granjero (André Dussolier) vive con la rubia Monica (Sandrine Kiberlain), ex esposa de George Riley. Tres parejas alrededor de los cincuenta, sesenta años, en la tranquila provincia inglesa.
Sus vidas son reales, pero los lugares donde viven e interactúan son escenografías de teatro: flores de cartón, yerbas sintéticas, telas en el fondo, muebles dibujados. Las escenas de sus vidas (nunca se asiste a un ensayo de la famosa obra) están separadas por dibujos a lápiz que anuncian los lugares, pintados en estilo caricatura por el dibujante Blutch.
Además, ninguno de ellos es protagónico. Quien se va a robar la atención, de ellos y del espectador, es él que nunca se deja ver, pero de quien hablan todo el tiempo, George. Porque George, paciente de Colin, y amigo (en diferentes formas) de todos y todas, está muy enfermo. El pronóstico es de pocos meses y todos van a emplearse a hacerle un final de vida feliz. Tan feliz que le dan un papel en la obra de teatro, y que cada una de las mujeres trata de hacerse muy presente en su vida.
Y George va a aprovechar muy bien la generosidad y dedicación de cada uno, sobre todo de cada una. Desde su invisibilidad, su casi muerte, es el más presente de los personajes, el más influyente. Está totalmente en la ilusión teatral: no existe, no tiene cuerpo, ni siquiera voz, sin embargo creemos en su existencia. Es el milagro de la literatura.
Los diálogos son geniales, los intérpretes se divierten tanto como el director, tanto como los espectadores, tanto como George, quien habrá sabido disfrutar de la vida hasta el último suspiro.
Tanto como el topo de peluche que sale de repente para reírse de todos esos humanos que juegan a vivir.
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