Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, July 5, 2015

Buffet froid (Bertrand Blier, 1979) – 7/10

En un suburbio en construcción, todavía inhabitado, unos hombres se encuentran por casualidad y se ven envueltos en situaciones y eventos absurdos. Los diálogos parecen salidos de Beckett o Ionesco. ¿Una historia sordida? ¿patetica ? ¿comica ? Provoca una risa extraña y un cierto malestar.

Ficha IMDb 

En una estación de metro ultra moderna, amplia, luminosa y desértica, un hombre (Michel Serrault) espero un metro que parece no deber llegar nunca. Un joven, Alphonse Tram (Gérard Depardieu) se le acerca e insiste para entablar una conversación. El contador solitario trata de escapársele, cambia de banca, protesta, pero nunca logra zafarse hasta que, por fin puede subir a un metro, vacío por supuesto. 

Tiempo después, Tram  vuelve a encontrar al pasajero solitario en un pasillo, apuñalado con el cuchillo de Tram.

 Angustiado, Tram llega a su domicilio donde lo espera su esposa. Viven, aparentemente solos en una de las torres de la Defensa. Estamos en los años 70, se están terminando de construir esta zona que se volverá el corazón de los negocios en Paris. Todavía no hay oficinas. Nadie vive o trabaja ahí. Todo es oscuro, desolado, angustiante. Sobre todo de noche. 

La esposa, Josyane (Liliane Rovère) no está feliz en su departamento bien equipado, moderno, de líneas rectas, pero con muebles que parecen de camping, mesa y sillas plegables. 

De la nada aparecer un vecino: vive dos pisos arriba, es soltero, es comisario de policía. Se llama Morvandiau (Bernard Blier, padre del realizador) y su vida de civil no tiene nada que ver con su vida profesional. También llega el asesino de mujeres (Jean Carmet).  

Poco a poco aparecerán nuevos personajes, solitarios, extraños, contradictorios, con obsesiones y comportamientos fuera de toda lógica. Situaciones y acciones se van sucediendo, encadenándose fuera de toda verosimilitud; cada personaje se deja llevar por los demás y las circunstancias. Se multiplican las muertes. Personajes aparecen. Personajes desaparecen. No se sabe nunca porque. Uno se cree en una cinta de Buñuel. Muchos mueren, muchos matan. Se desconocen las razones por las cuales los personajes actúan, o simplemente porque están de repente ahí. Actúan al revés de lo que se espera de ellos: el policía acepta los crímenes del asesino serial, mata, pero lanza a sus subordinados a la caza de unos ladrones que lo estorban .El asesino serial vive muerto de miedo y busca protección. La viuda (Geneviève Page)  no llora nunca y esconde prácticas de ninfómana bajo su velo de luto. Tram no se quita el abrigo y sufre de pesadillas recurrentes. 

Los diálogos son hilarantes, por el contraste entre su falta de sentido y el serio con el cual los actores los espetan. 

No se percibe ninguna empatía éntre los personajes, pero al mismo tiempo una obligación a quedarse juntos, a asumir el destino (si lo hay) de los demás. 

La última parte, en una cabaña aislada en una claro en el bosque, para huir de una posible venganza, logra destilar un miedo difuso, ¿Bajo qué forma llegará al campo la consecuencia de los actos urbanos? 

Curiosamente, el final es lógico, aunque tome una apariencia radiante, hermosamente clásica (Carole Bouquet)  y por consecuente totalmente ajena al mundo de los acontecimientos previos. 

Esta cinta es una historia de locos, que sólo puede provocar reacciones opuestas: el aburrimiento (los espectadores de las primeras funciones en Francia salían y pedían ser reembolsados) o la fascinación.

Blier usa magníficamente, filmándolos casi siempre de noche, de los edificios terminados y vacíos de la Défense, de la estación híper moderna del nuevo tren suburbano, todavía sin dar servicio, es decir de la eficiencia, la modernidad, la funcionalidad, cuando están todavía sin función social. Eso refleja la deshumanización, en eco a la falta de lógica de las relaciones y los comportamientos. La complicidad forzada, involuntaria de estos hombres que la casualidad reunió es, tal vez, un último intento para hacer como si la vida fuera todavía humana. 

Esta cinta y sus actores dan ganas de volver a ver las cintas irreverentes que hicieron el éxito de Bertrand Blier con sus intérpretes favoritos  Depardieu y los jóvenes del Café de la Gare, Miou Miou, Patrick Dewaere, Josiane Balasko  y demás: Les valseuses (1973), Préparez vos mouchoirs (Oscar a la mejor película extranjera en 1977) , Trop belle pour toi (1989) ….

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