El sueño americano no funciona. El viaje del provinciano hasta New York en busca de fama, dinero y placer le dará solo pobreza, hambre, frío. Una pintura desencantada de la sociedad en la ciudad de las oportunidades, pero dos actores extraordinarios.
Ficha IMDb
¿Quién no recuerda el tema musical de la cinta, Everybody's Talkin' at Me compuesto por John Barry? Es inseparable de esta historia de esperanzas, de ilusiones, perdidas al contacto con una realidad dura y egoísta.
Joe Buck (Jon Voight) es joven, guapo, seductor y seguro de su éxito con las damas. Es un cow boy del amor, convencido que su pequeña ciudad tejana no está a la altura de sus talentos. Se traslada a Nueva York, donde comienza a trabajar como gigoló seduciendo a mujeres maduras de Manhattan. Pero la riqueza esperada tarda en llegar. Conoce a Rico "Ratso" Rizzo (Dustin Hoffman), un timador que lo quiere estafar. Ratso es lo opuesto a Joe: lisiado, tuberculoso, viene del oscuro Bronx, ha pasado su vida escuchando burlas, por ser italiano, por ser feo, por ser lisiado. Es un perdedor. Pero es inteligente. Y tiene un sueño: ir a Florida, vivir en el sol, bajo las palmeras. Ratso el cínico va a educar a Joe el inocente.
La relación que se establece entre los dos es de mentor a aprendiz en el arte de estafar, de engañar, de seducir. Es de complicidad. Es de amor-odio. Es finalmente una amistad que lleva a Joe a abandonar su sueño perdido para llevar a Ratso, cada vez más enfermo, a realizar su sueño. El viaje en autobús hacia Florida es el pendiente del viaje hacia Nueva York. De sur a norte, y de regreso al sur. Joe perdió sus ilusiones, ganó sabiduría, ganó un amigo, y lo pierde. Porque el sueño de Ratso es igualmente imposible de realizar que él de Joe.
¿Regreso a la casilla de principio? La cinta es un drama de aprendizaje, son las Ilusiones perdidas de un gigolo americano.
Algunas escenas parecen inútiles, demasiado largas y casi sin relación con la situación de los dos hombres: la fiesta psicodélica, el encuentro que se torna muy violento con el viajero homosexual cincuentón, una escena de fanatismo religioso con cristo eléctrico.
Porque lo que fascina en esta historia son dos grandes actores. Hay que volver a verlos caminando sobe las banquetas de Nueva York, el alto Jon Voight con sombrero, pañoleta alrededor del cuello y chaqueta de cuero con flecos, y el pequeño Dustin Hoffman,sin rasurar, con el pelo pegado, arrastrando su pierna. Forman una de las parejas inolvidables del cine.
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