Película muy decepcionante: la historia es poco interesante, muy inverosímil. Se ve que la investigación previa fue insuficiente para no decir inexistente. Afortunadamente, Kate Winslet logra salvar algo.
Ficha IMDb
En 1682, André Le Nôtre ( Mathias Schoenaerts) trabaja al diseño de los jardines de Versalles. Necesita alguien para un proyecto particular. Entre los varios candidatos se presenta una mujer, Sandrine de la Barra (Kate Winslet). El jardinero del rey representa las ideas dominantes de la época, hablando de estética: el clasicismo. Todo debe ser ordenado, dominado, simétrico. La naturaleza se imita, se vuelve a construir, nunca se debe expresarse libremente. En cambio, Sandrine, mujer humilde, ama el desorden y las flores del campo. Obviamente, como en cualquier comedia gringa, los opuestos se atraerán y acabarán enamorados. Ahí está toda la historia.
Por lo demás, toda la cinta es una completa confusión. Confusión en los tiempos: en 1682, Louis XIV es todavía joven. Versalles ya está construido (los trabajos a solicitud del rey se hicieron principalmente de 1661 a 1678). Si bien es cierto que el Salón de Baile de las “Rocailles” fue acondicionado entre 1680 y 1683, Le Nôtre ya tenía 70 años.
Confusión en los comportamientos entre personas: nadie toma de la mano a la persona que ama. La etiqueta de la corte era muy estricta .La primera escena es para brincar: ¡los niños le llevan su desayuno a la cama a su papa el rey!!!!!! Otro ejemplo: el rey nunca de los nuncas bailaría con una mujer que no fuera de la alta nobleza.
Confusión en los trajes, es una mezcolanza de todas las modas del siglo de Louis XIV, hasta se ve por ahí un vestido tipo María Antonieta (siglo XVIIII). Los trajes de Sandrine son algo como el estilo romántico inglés de la época de Jane Austen con un toque de ropa de cazador, en cuero. Tal vez Alan Rickman quiso recordar Sense and Sensibility (Ang Lee – 1995) que hizo con Kate Winslet hace veinte años. ¡Hasta se ve a la Princesa Palatina (Paula Paul) vestida con pantalón!
Se reconoce un intento de presentar personajes reales: Lauzun (Rupert Penry-Jones), la comadre de la corte, que, de acuerdo con su carácter, no resiste la tentación de introducir a la recién llegada. Pero, ya tenía cincuenta años en tiempos de esta historia.
“Monsieur " hermano del rey, Philippe d’Orléans, bastante bien interpretado por Stanley Tucci, tendría cuarenta y dos años, así que queda bastante bien representado. Fue conocido por sus tendencias homosexuales (en gran parte por la educación que se le dio para contrastar su debilidad con la fuerza física y mental de su hermano mayor), y estaba más interesado por sus trajes, su libertinaje y sus favoritos que por la política.
Madame de Montespan (Jennifer Ehle), representada conforme a algunos de los retratos que se hicieron de ella, ya tendría cuarenta y dos años, y además, ya había caído en desgracia. Pero es cierto que la reina Marie-Thèrèse (Carolina Valdés) murió en julio de 1683 y el rey se casó con Madame de Maintenon en octubre del mismo año.
Monsieur de la Quintinie (David Foxxe) se ve un poco aislado en su jardín ridículo de pequeño y perdido en el campo. La gran huerta del rey ya producía, para abastecer en bastantes frutos y verduras a todas las comidas servidas en Versalles. Y sus investigaciones personales en botánica fueron un poco más elaboradas que contemplar unas peras sobre sus árboles.
Así que, en cuestión de historia, la cinta no vale para gran cosa.
La música es absolutamente nula, cuando la época tiene tesoros, ahora bien conocidos, desde que Jordi Savall se ha dedicado a grabarla y ponerla de moda. Bastaba con buscar un poco para encontrar algo adecuado al ambiente que se pretende recrear.
La construcción del Salón de Baile de las Rocailles es en sí interesante y muestra de la fuerza del deseo del soberano en Versalles y como, bajo sus órdenes, se pudo alterar la naturaleza.
Unos momentos interesantes y fieles a la época son la conversación, casi íntima entre mujeres que hablan de las pérdidas que han tenido: muertes de niños por enfermedades, muertes de esposos e hijos mayores en la guerra. Las damas se sorprenden también de la calidad de la piel y los dientes de Sandrine ya que en esta época casi nadie podía escapar de la varicela, la viruela y que la falta de higiene bucal provocaba la caída temprana de los dientes.
Otro dialogo que vale la pena recalcar es él de Sandrine con el rey sobre la rosa. Es totalmente conforme a las discusiones intelectuales, con alusiones eruditas a la filosofía, la cultura o la religión, que se practicaban en la corte o en los salones. Salones, dicho de paso, dirigidos por mujeres. Estas fueron muy importantes en la vida intelectual desde el siglo XVII. De esta época data un movimiento muy importante en la historia del feminismo: la Preciosidad.
Pero ninguna mujer hubiera podido trabajar en un puesto como él que se le inventa a Sandrine. Tampoco esta complicidad con el rey. Lo que lleva a pensar que la historia que nos cuenta Alan Rickman es tal vez simplemente un cuento de hadas. En este caso, todo toma sentido: la mezcla de personajes, de épocas, las invenciones. El contraste entre la forma geométrica de trabajar de Le Nôtre y la visión fantasiosa y artista de Sandrine (que corresponde más a la visión romántica de un Rousseau) permite provocar una revelación y un cambio en el carácter masculino, al mismo tiempo que en la monotonía del rey, el “caos” mencionado en el título, y favorece una “promoción” de la dama, tema que se ha vuelto de rigor en las historias actuales. Hay que mostrar mujeres independientes en todas las épocas y todas latitudes, sin preocuparse por las realidades históricas. Así mismo, los trajes modernizados permiten al espectador sentirse más cercano a los personajes. A las espectadoras sentirse más cercanas a Sandrine, mujer fuerte y moderna que llega a ser amiga del rey. No estamos muy lejos de la ideología de la telenovela.
Pero de todas formas, es frustrante ver tan poco de Versalles.Seguramente por razones presupuestales, nunca se ve el conjunto de los jardines. El ultimo plano que trata de colocar el Salón de Baile en perspectiva con la magnitud del parque es muy reducido y resulta hasta artificial.
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