Organizada en dos capítulos que en realidad no significan mucho, la cinta relata el casi encuentro de dos solitarios en un hotel cerca de un aeropuerto. Pero no es una historia de amor. Es un extraño cuento, entre realista y fantástico, contemplativo y muy poético.
Ficha IMDb
En el gran vestíbulo de una estación de RER, el tren suburbano de Paris, la gente camina con prisa y decisión hacia sus destinos, su correspondencia o su tren. Muchos llevan teléfono celular, iPod o cualquier sistema de audio y están enfrascados en su mundo de sonidos o pensamientos. Cada quien encerrado en su vida, su rutina, su círculo: soledades yuxtapuestas.
Están a dos pasos del lugar donde la evasión es posible, donde se puede escapar de la monotonía, el lugar del despegue y del vuelo: Roissy, Aeropuerto Charles de Gaulle, "Aéroports de Paris”.
Los dos capítulos de la cinta corresponden, más o menos, a los dos personajes. Mejor dicho, el número de capítulos es el mismo que el número de personajes importantes. Porque la estructura no está totalmente dividida y cada personaje aparece en las dos partes.
Estas dos personas que evolucionan en paralelo y no se encuentran pertenecen a dos mundos completamente diferentes. Él es un alto ejecutivo de Silicon Valley, Gary Josh Charles) de paso en Paris por un contrato de su empresa para una construcción en Dubái, debe quedarse solo un día, tiempo de una junta. Ella, Audrey (Anais Demoustier) es una estudiante que trabaja medio tiempo como camarera en el hotel Hilton donde Gary debe pasar dos noches.
Pero todo cambia cuando Gary decide detenerse y suspender el ritmo obligado de su vida profesional. No seguirá con el viaje a Dubái, no tomará el vuelo programado, se queda en este cuarto de lujo, a orillas de las pistas de despegue. De ahí avisa a todos, a distancia, que ya no juega con ellos. Teléfono fijo, celulares, Skype, SMS, mails, todos los medios son buenos para hacerles entender que ha llegado al final del camino con ellos. Es la única solución para calmar la angustia que le impide dormir.
Pero es que Gary tiene los medios económicos, y, por otro lado, tiene responsabilidades. Tiene mucho con que romper. Muy diferente es el caso de Audrey. Ella no está totalmente involucrada en la vida: es estudiante, su trabajo es de medio tiempo, no está muy cercana a su padre con quien habla de vez en cuando por teléfono pero quien no entiende muy bien su realidad, no tiene novio. Solo tiene una casi amiga, Leila (Camélia Jordana) que trabaja también en el hotel y con quien comparte a veces sus audífonos para escuchar alguna música que les gusta a las dos.
Pero esta vida solitaria y este trabajo le dan la oportunidad de observar la vida de los demás: por la ventana de su departamento en la noche, en los cuartos de hotel durante el día, cuando los clientes dejan sus cosas y se van, o cuando llegan para encontrarse con alguien.
Para ninguno de los dos, el trabajo es motivo de realización. Cada uno va a escapar. Si la evasión de Gary es finalmente previsible, la de Audrey es fuera de lo normal. Su cara fina y sus ojos negros redondos como canicas podían darnos una pista. Su caminar de saltitos y su uniforme negro de cuello y delantal blancos preparaba la metáfora: Audrey toma vuelo bajo la forma de un pajarito, un gorrión. El primer momento es de sorpresa para el espectador que no les cree a sus ojos. Pero la voz de Audrey comenta sus impresiones, sensaciones y sorpresas.
A partir de ese momento, volamos con ella, descubrimos la belleza de un aeropuerto de noche, los secretos de los clientes del hotel, las dificultades de Simon ( Roschdy Zem), el amable empleado de recepción, que no tiene donde vivir y va a pasar la noche en su coche en medio del bosque más cercano, como otros "en situación de calle ".
El pajarito Audrey se cruza con el viajero Gary dentro del aeropuerto, sobre una cinta caminadora. Se ven, se miran y parecen reconocerse. Es un momento mágico, cuando los dos puntos de vista se suceden, y el contacto visual se hace. Uno puede percibir la felicidad que este fugaz encuentro les produce.
El pajarito tendrá que vivir momentos difíciles: el encierro en un cuarto, la persecución por un gato, el hambre. Como Gary tuvo que enfrentar la incomprensión y las amenazas de su jefe, de su socio, de su esposa. Al día siguiente quedarán los dibujos del huésped japonés que domestico al gorrión dándole unas migajas.
Al principio de un nueva día, de una nueva vida para los dos, Audrey y Gary se encuentran en el elevador e intercambian algunas palabras, medio en francés, medio en inglés, sobre lo extraño del sentido de las palabras: ¿como “personne" puede significar “nadie" y “una persona”?
Es una historia ligera, delicada, la historia de dos personas que deciden ver al mundo de otro forma, apartándose de los caminos previsibles, automatizados, programados. En realidad, casi no hay historia. Se trata de una observación: los objetos, los lugares, Eso en cierta forma justifica la fuerte presencia de las marcas: Hilton, Air France, Aéroports de Paris…. Y de los anuncios publicitarios, mucha veces hermosos y siempre prometedores una vida mejor, susurrándonos que de nosotros depende aprovechar la oportunidad.
El hotel de aeropuerto es simbólico: nadie se detiene ahí, es un lugar de paso, sin peso en la vida de las personas, sin objetos personales, sin huellas de una vida construida. Es la plataforma ideal para sentirse nuevo. Es el lugar perfecto para conjugar la observación realista y el cumplimiento de los imposibles.
No se sabe que va a pasar con Gary después: dinero, trabajo, vida familiar. Como va a asumir su decisión. Esos días en suspensión pueden o no seguir. No importa. Lo que importe es el despegue.
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