Es velocidad. Es apocalipsis, es ruido, es retorno a la Antigüedad, es mitología, es modernismo, es arte, es suspenso. No pasa gran cosa. Casi no se dice nada. Mad Max es prescindible. Es una cinta prodigiosa, grandiosa. Hace dudar del sentido tradicional de la palabra “belleza”.
Ficha IMDb
Un paisaje desierto, tipo Valle de la Muerte en los westerns, una época indefinida pero probablemente después de algún apocalipsis que destruyó el mundo. Ya no hay agua, o muy poca, pero siguen existiendo los tiranos. Un hombre aparentemente pacifico, Max (Tom Hardy) perdió a su esposa y su hijo en el caos. Vive y viaja solo, sin saber muy bien adonde. Su primera aparición nos deja un poco dudosos: ¿ese ser que se come crudo un lagarto, él es el bueno?
Cae a manos de unos malos muy malos que lo llevan a su cueva, es la ciudadela de Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne). Ahí lo encadenan y lo usan como donador de sangre. ¿Es eso el héroe?
Cuando se organiza una expedición para traer combustible de una ciudad lejana, los jóvenes se pelean para participar, ganar fama, o la muerte y la entrada al Valhalla. Max es colocado delante del vehículo de Nux (Nicholas Hoult), atado en una camisola de fuerza, la cabeza mantenida por un bozal metálico.
La mujer encargada de conducir la cisterna, Furiosa (Charlize Theron), fuerte y determinada, tal vez feminista, aunque la palabra no tengo mucho sentido en estas circunstancias, aprovecha la expedición para volver al país de sus origines, llevando a cinco de las esclavas sexuales del dictador, ataviadas con largos velos blancos y cinturón de castidad. Para eso tiene que atravesar un desierto, en realidad único tipo de terreno existente en el planeta. Del otro lado, encontrará a unas ancianas, mujeres sabias como las Reverendas Madres de Dune, mujeres que en sus jóvenes años fueron amazonas y retoman sus cabalgaduras, ahora motorizadas.
Cabeza rapada, brazo amputado, la apariencia de Furiosa nos introduce a una estética de lo feo y lisiado, inaugurada por Beckett. Y, como en el teatro de Beckett, la comunicación se ve reducida al mínimo. Pero significa también la toma del poder por las víctimas resilientes.
La cinta usa también otros códigos de identificación: los punks, el western, el operarock, los códigos de guerra, con gritos y música de acompañamiento….
Furiosa es hombre y mujer, protectora con las más débiles pero musculosa y excesivamente fuerte físicamente,sobreviviente con heridas de guerra ; provoca atracción y repulsión, miedo y admiración. Es la descendiente de Sigourney Weaver, capaz de enfrentar a un monstruo. El monstruo es la tiranía de Joe sobre las mujeres, sobre el pueblo, sobre el agua.
Las imágenes son de una belleza indescriptible. Los amarillos en todos sus matices, dominan, del oro al bronce, naranja, arena. Pero el paso a través de una montaña se tiñe se azules, grises de película antigua. La aparición de las chicas en el desierto, con sus blancos velos griegos, recuerda el sacrificio de Ifigenia para permitir el paso al otro lado del mar, aquí mar de arena.
Es Ben-Hur, es mito inventado y revisitado. Es un road movie, es una expedición de regreso al paraíso perdido, es un viaje infernal. Es la lucha del bien contra el mal. Es la lucha de monstruos mecánicos y de monstruos humanos. Habla de sumisión y de liberación. De sacrificio, de admiración.
No hay ningún momento de descanso para el espectador. Pasa del suspenso a la estupefacción, del horror a la belleza. La sucesión rápida de los hechos, así como la creatividad en las formas, los vehículos, los trajes, las deformaciones de los cuerpos, la música, o simplemente el ruido, le dan a esta cinta una intensidad absolutamente increíble, aunada a un placer intelectual provocado por la riqueza de las alusiones literarias, cinematográficas, artísticas, mitológicas.…
Es una gran obra de arte.
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