La historia de una niña que no puede dejar ir el recuerdo de su madre muerta. En las circunstancias particulares de una España que ver morir a su dictador. "Porque te vas", canción de la película es el grito de la separación, del adiós a una cierta forma de relacionarse con el mundo y los demás.
Ficha IMDb
La película empieza con un álbum fotográfico, él de Ana (Ana Torrent), niña de 8 años.
Pero la primera escena une todos los temas que se desarrollaran a lo largo de la película: la niña, que no puede dormir, se levanta, baja la escalera, y oye ruidos procedentes del cuarto del padre. Gemidos y murmullos de placer, que poco a poco se transforman en gemidos de agonía. La amante del padre sale corriendo y mira fijamente a Ana. Ana entra al cuarto, va a mirar lentamente a la cara del padre muerto, recoge el vaso de leche junto al uniforme militar. En la cocina, lava el vaso y lo coloca cuidadosamente en medio de los otros vasos limpios, abre el refrigerador para sacar unas hojas de lechuga para su conejo, ve un plato con patas de pollo. Todo en silencio, todo con una cara seria. Pero una sonrisa la ilumina cuando se le acerca su madre y intercambian un breve dialogo.
Todos los temas de la película están ahí: la muerte, el sexo prohibido, el recuerdo de la madre y la tierna complicidad entre madre e hija.
La muerte está en el deseo de matar, y la convicción que habita a Ana, que tiene el poder de hacerlo, por un frasco de bicarbonato, del que está segura que es veneno. Pone de este polvo en el vaso de leche de su padre, a quien odia por ser responsable, según ella, de la tristeza y la muerte de su madre. Ofrece a la abuela paralitica ayudarla a morir. Y también le pone bicarbonato a la leche de la tía Paulina (Monica Randall) quien tiene que cuidar a Ana y sus dos hermanas, Mayte ( Mayte Sanchez ) y Irene (Conchita Perez) después de que se quedan huérfanas, Esta muerte es una muerte, soñada, deseada, más no real.
En cambio, la muerte del padre es bien real, con todos los rituales del velatorio, la obligación de ir a ver el cuerpo en su ataúd abierto y besar la cara del difunto. Lo que Ana se niega a hacer.También es real la muerte de la madre, en dolores espantosos, de una enfermedad jamás nombrada, es algo tan real que Ana necesita resucitar a la persona más amada, y volver a vivir encuentros de ternura con ella, en diálogos que se van repitiendo casi iguales, con su madre vestida igual.
El sexo prohibido existe entre el padre y Amelia (Mirta Miller), esposa de un amigo militar. Este, Nicolas (German Cobos) vendrá después a confiar sus tristezas a la tía Paulina, tratará de seducirla, y, después de un intrusión de Ana, quien le grita a la tía que quiere que se muera (de ahí, el vaso de leche), se besarán apasionadamente.
También se ve bajo de la forma de la tentación ancilar, al usar de la sirvienta Rosa (Florinda Chico), casi en frente de su esposa.
Este libertinaje masculino, machista, es presentado como estrechamente ligado al franquismo, con este padre, casi siempre en uniforme militar, dominador, infiel, siempre exigente y de mal humor, causante de la infelicidad de toda su familia. Un hombre para quien la mujer abandona su talento músical para dedicarse a su servicio.
La relación familiar o conyugal es representada por la niñas en su juego teatral de una tarde, para el cual, se visten, se maquillan y reproducen diálogos que han probablemente escuchado en casa.
Pero la película funciona antes que todo sobre los recuerdos, sobreponiendo el hoy y el ayer, como lo muestra magistralmente Saura en la escena de Ana en el sótano buscando el frasco de "veneno" ; la cámara se desplaza hasta encuadrar a Ana adulta, la de quien escuchamos la voz en off, y quien se encuentra en el mismo sótano. Es Geraldine Chaplin, actriz que interpreta a la madre de Ana. Así, Ana y su madre son tan unidas, se parecen tanto, que acaban siendo la misma.
Los recuerdos viven en las fotos de la abuela, quien se las hace enseñar mientras escucha Ay Marycruz de Imperio Argentina , para revivir los momentos felices.
La superposición de los tiempos se hace también tangible en la visita con la tía a la hacienda de los amigos, Amelia y Nicolás, que, a partir del juego de las niñas en el jardín, pasa a ser una visita anterior, con los padres cuando la madre todavia vivía y el padre la engañaba con Amelia.
Pero también existe el amor para Ana. Un sentimiento exclusivo entre Ana y su madre, en unos encuentros para solo ellas dos, donde se repiten las mismas palabras, como una escena inalterable, fijada en el recuerdo, escrita para la eternidad. El calor humano, más terrenal, más sencillo,está presente también en la personalidad de Rosa, la sirvienta, quien se deja acompañar por Ana durante sus trabajos domésticos, le habla de su madre, le contesta algunas preguntas sobre la feminidad y hasta le enseña sus pechos un día que Ana se lo pide.
Las patas de gallo que se ven varias veces en el refrigerador pueden ser interpretados como pura imagen surrealista, sin ninguna relación con el resto de la historia (salvo que se ven siempre antes del conejo a quien se le lleva hojas de lechuga, sacadas del refrigerador, y es una asociación directa de animal muerta a animal vivo, bien en el funcionamiento de los sueños que disfrutaban los surrealistas). O pueden verse como símbolo de la muerte. Que finalmente se puede ver también como surrealista.
Al final, la vida se abre, las niñas salen al mundo, se mezclan con sus semejantes. Ya no hay lugar para la imaginación. Hay que dejar la propiedad familiar con su gran jardín y su alberca vacía, en medio de la ciudad moderna, como lo muestran las tomas desde lo alto, con ruido de automóviles, es un mundo aparte, donde se medio vive, como el tiempo es un tiempo intermedio. Que entendemos después como tiempo de vacaciones escolares.
Terminaron las vacaciones. Terminó el tiempo de los sueños: la hermana mayor cuenta una pesadilla precisamente durante el desayuno de ese día de volver a clases, y que cuando la iban a matar, se despertó. El bicarbonato no mata a nadie. Ni a la tía, quien se va a quedar para cuidar de ellas, la abuela seguirá paralitica, la casa enorme y sin presencia de la madre amada, la alberca vacía. Ana es ahora una niña como las otras, caminando en la calle rumbo a la escuela, subiendo las escaleras del colegio en medio de las otras niñas de uniforme. Expuesta a la vida real.
Pero también es una vida en la cual el padre odiado está muerto. Franco ha muerto en 1975. España sale de la dictadura y empieza una nueva vida.
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