Nada extraordinario en esta película que borra todo lo original que la novela de Michel Déon podía contener, para volverla una historia llena de estereotipos de los años setentas.
Ficha IMDb
Probablemente para evitar que su público se aburra, Yves Boisset, profesional de la película de acción, asesinos y policías, tomó la decisión de explicar al máximo los implícitos de la novela. Todo lo impreciso y susceptible de varias explicaciones, se ha tornado claro como el agua.
Ficha IMDb
Probablemente para evitar que su público se aburra, Yves Boisset, profesional de la película de acción, asesinos y policías, tomó la decisión de explicar al máximo los implícitos de la novela. Todo lo impreciso y susceptible de varias explicaciones, se ha tornado claro como el agua.
El personaje principal y narrador anonimo recibe nombre: Philippe Marchal (Philippe Noiret), y explica en voz off. Explica la situación del joven Jerry Kean (Edward Albert), heredero de una fortuna estadounidense, presencia el accidente (provocado) de caza que hace entrar a sus vidas el gigante Taubelman (Peter Ustinov).
La llegada de la hermana de Jerry Sharon (Charlotte Rampling) provoca una relación amorosa sin ambigüedades, aún si Marchal se siente muy atraído por Anne ( Agostina Belli), hija del gigante.
Después, todas las operaciones fraudulentas y las mascaras del mitómano Taubelman serán divulgadas conforme se van presentando. Ningún misterio o sospecha, ninguna espera. Ningún claroscuro melancólico. El espectador lo sabe todo, inmediatamente y sin lugar a dudas.
Para explicar las actitudes "extrañas", mutismo de Anne y promiscuidad de Sharon, dos explicaciones sicológicas básicas: Anne tuvo sexo hace tres años con Taubelman, su padre o su tío. Desde entonces, no habla. En cuanto a Sharon, frustrada por no poder tener hijos, trata desesperadamente de acostarse con cualquier hombre aceptablemente bueno que se le presente. Explicación para la soledad y los problemas cardiacos del narrador: acaba de perder a su hijo y necesita tiempo lejos de Francia y su esposa Marthe para reponerse.
Todo está cocido con hilo blanco.
Hasta el misterioso taxi londinense pintado de lila está identificado desde el principio como manejado por el Doctor Seamus Scully (Fred Astaire, ¡Que gusto!) quien está ya bien instalado en la historia como el médico que atiende al corazón decrepito del narrador.
En todo eso, nos queda la voz profunda de Philippe Noiret, el ojo malicioso de Fred Astaire, lleno de indulgencia hacia los defectos de sus semejantes, la belleza de Charlotte Rampling y de los paisajes e inmensos cielos grises irlandeses. Sus sweaters de lana blanca, sus lagos y su mar, su lluvia y sus paramos.
Y una pelea en el pub, digno homenaje a John Ford y A quiet man (1952) con John Wayne. Pero eso ya estaba en la novela de Michel Déon.
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