Una película nostálgica de una época en que los comportamientos y relaciones estaban muy codificados. Cuando las mujeres no tenían total libertad de movimientos y decisiones. Y cuando conseguir esposo era uno de los asuntos más importantes. Con bellísimas imágenes de la campiña inglesa. Y con grandes actores. Emma Thompson se ganó un Oscar.
Ficha IMDb
Cuando la joven y romántica Helen Schlegel ( Helena Bonham Carter) se deja llevar a unas precipitadas esperanzas de matrimonio con el más joven de los Wilcox, Paul( Joseph Bennett) y sobre todo cuando hace la tontería de avisarle a su familia, y cuando todo proyecto se deshace al cambiar el joven de idea en la mañana siguiente al primero y único beso, todo contacto entre las dos familias se vuelve tabú.
La situación de las dos hermanas Schlegel es de hecho muy parecida a la de las hermanas Dashwood, en Sense and Sensibility de Jane Austen. Muy honorables, cultas, muy bien educadas. Puestas bajo el cuidado, bastante inútil, de una tía July (Prunella Seales ) y acompañadas de su hermano Tibby ( Adrian Ross Magenty). La mayor, Margaret (Emma Thompson) es la razonable y Helen, la más chica, tiene ideas románticas, un poco locas . Y no se controla mucho. Después de su sueño de amor, tendrá un sueno de justicia social en la persona de Leonard Bast (Samuel West), oficinista pobre a quien las hermanas han guido erróneamente en su carrera, al repetirle los consejos del patriarca Wilcox (Anthony Hopkins).
La hermana mayor construirá poco a poco una amistad respetuosa para la madre del que hubiera sido su cuñado, Ruth Wilcox (Vanessa Redgrave). Diferencias de edad y de recursos no impiden que las dos compartan momentos de complicidad cuando la más joven se lleva a la mayor a los almacenes para hacer las compras de Navidad, o cuando la mayor hace nostálgicas confidencias sobre los recuerdos de su niñez en la casa familiar en Howard’ s End. Sobre su lecho de muerte, firma con mano temblorosa la donación de la casa a su nueva amiga.
Es cuando entran más claramente en juegos los intereses familiares, los egoísmos . Esposo, hijos, hija y nuera destruyen la carta, según ellos ilegible y, de todas formas, totalmente fuera de lugar. Margaret nunca sabrá que ella debía ser la legítima dueña de la casa de campo adonde, por cierto, nadie va.
Es a partir de este momento cuando el papel de Anthony Hopkins se vuelve preponderante. Su poder sobre su familia se ejerce sin límites. El porte y la elegancia tiesa del actor le quedan maravillosamente a este tirano disfrazado de hombre de familia. Cuando Margaret, Helen y la tía July se ven obligadas a dejar su casa en el lugar de la cual será construido un edificio de departamentos, y sin saber donde dejar a sus muebles y pertenencias, Margaret toma la libertad de pedir a Wilcox las dejé rentar por un tiempo la casa de Howard’s End. Pero resulta que, en lugar de acceder, pide a Margaret en matrimonio. Tiene siempre la habilidad de voltear la situación para él tomar las decisiones. Y conseguir algo que le interesa a él.
Por una succesión de coincidencias, Maragret se verá atrapada en unas situaciones familiares delicadas, donde su amor por su hermana la obligará a aceptar mentiras, silencios y a perdonar, o aparentar perdonar lo que hiere profundamente su honestidad.
Pero Howard's End sigue ahí, con su imperturbable belleza natural, con sus campos de flores en la primavera, con sus bosques al amanecer,con sus colores y su paz. Totalmente ajeno a las tempestades en las cabezas o los corazones de algunos humanos. Y a las estratagemas y maldades de otros.
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