Con la mezcla de crueldad y sensibilidad que caracteriza a Kim Ki Duk, Pieta es una delicia visual, y definitivamente un rompecabezas moral. Aunque algunas decisiones estilísticas y sobre todo el tema, hace imposible llamarla “disfrutable”, Pieta es definitivamente una excelente cinta.
La ficha IMDB.
Lee Kang-do (Lee Jung-jin) tiene la responsabilidad de asegurarse que cierto usurero reciba los pagos de sus deudores. Su sistema es sencillo, simplemente se asegura de sacar un seguro a nombre de los deudores, y cuando uno de ellos no puede pagar, los mutila de manera que pueda cobrar el seguro. Por supuesto, eso también asegura que no pueden seguirse ganando la vida y sus vidas quedan destruidas. Un día una mujer, Jang Mi-sun, (Jo Min-soo) aparece en su vida afirmando ser su madre, quien lo había abandonado al nacer. Una vez que Kang-do comienza a recobrar una semblanza de humanidad, la verdad se revela, con extrema crueldad.
Lo que distingue al cine de Kim Ki Duk, aun de otros creadores orientales y eso es decir mucho, es su enorme sensibilidad. Sus historias y personajes tienen rasgos tan dolorosamente humanos que es imposible que se enchine la piel al descubrirlos. A otro nivel, también son los guiones, la dirección, la fotografía y la música que revelan esa sensibilidad, que transportan esa humanidad y la hace evidente. Dependiendo de la cinta y del momento, las creaciones de Kim Ki Duk son como seda y brisa marina o como delgadas navajas en la piel. Su capacidad para crear personajes y situaciones profundamente sensibles o crueles es sorprendente.
En Pieta, es definitivamente la crueldad la que domina. Toda la primera mitad de la cinta revela a un personaje completamente separado de la humanidad no solo en sus prácticas profesionales, que lleva a cabo sin ningún arrepentimiento, sino inclusive en su forma de vida. Su manera de satisfacer sus impulsos, sexuales o alimenticios, es completamente primaria y aislada. Hay muchas decisiones de dirección interesantes en términos de que es lo que se muestra y que no y el resultado es la tensión permanente.
Cuando la supuesta madre de Kang-do aparece, la crueldad permanece y se manifiesta de nuevo en una crueldad primaria pero implacable. La infinita paciencia que demuestra Jang Mi-sun da lugar a confusión y definitivamente corresponde al título de la cinta. Las pruebas a las que la somete Kang-do son bastante torcidas y en particular la escena de casi violación es perturbadora. No solo por todo el tema incestuoso, sino también porque incluye unos movimientos de cámara que francamente no parecen tener lugar en la cinta. El resto de la cinta tiene composiciones muy cuidadas, tomas largas, planos fijos y de pronto la cámara se sacude cual video de quinceañera. Se podría decir que lo terrible de la secuencia justifica la elección formal, pero parece más bien un descuido; no encaja bien.
Por supuesto la revelación al final no es sorprendente y da total forma a los personajes. Puede ser que simplifique un poco la compleja relación entre ellos, pero tiene sentido. Todo lo que pasa después también tiene sentido y es, una vez más, extremadamente cruel.
La escena final es brutal y también poética; una perfecta síntesis de la obra de Kim Ki Duk.
La ficha IMDB.
Lee Kang-do (Lee Jung-jin) tiene la responsabilidad de asegurarse que cierto usurero reciba los pagos de sus deudores. Su sistema es sencillo, simplemente se asegura de sacar un seguro a nombre de los deudores, y cuando uno de ellos no puede pagar, los mutila de manera que pueda cobrar el seguro. Por supuesto, eso también asegura que no pueden seguirse ganando la vida y sus vidas quedan destruidas. Un día una mujer, Jang Mi-sun, (Jo Min-soo) aparece en su vida afirmando ser su madre, quien lo había abandonado al nacer. Una vez que Kang-do comienza a recobrar una semblanza de humanidad, la verdad se revela, con extrema crueldad.
Lo que distingue al cine de Kim Ki Duk, aun de otros creadores orientales y eso es decir mucho, es su enorme sensibilidad. Sus historias y personajes tienen rasgos tan dolorosamente humanos que es imposible que se enchine la piel al descubrirlos. A otro nivel, también son los guiones, la dirección, la fotografía y la música que revelan esa sensibilidad, que transportan esa humanidad y la hace evidente. Dependiendo de la cinta y del momento, las creaciones de Kim Ki Duk son como seda y brisa marina o como delgadas navajas en la piel. Su capacidad para crear personajes y situaciones profundamente sensibles o crueles es sorprendente.
En Pieta, es definitivamente la crueldad la que domina. Toda la primera mitad de la cinta revela a un personaje completamente separado de la humanidad no solo en sus prácticas profesionales, que lleva a cabo sin ningún arrepentimiento, sino inclusive en su forma de vida. Su manera de satisfacer sus impulsos, sexuales o alimenticios, es completamente primaria y aislada. Hay muchas decisiones de dirección interesantes en términos de que es lo que se muestra y que no y el resultado es la tensión permanente.
Cuando la supuesta madre de Kang-do aparece, la crueldad permanece y se manifiesta de nuevo en una crueldad primaria pero implacable. La infinita paciencia que demuestra Jang Mi-sun da lugar a confusión y definitivamente corresponde al título de la cinta. Las pruebas a las que la somete Kang-do son bastante torcidas y en particular la escena de casi violación es perturbadora. No solo por todo el tema incestuoso, sino también porque incluye unos movimientos de cámara que francamente no parecen tener lugar en la cinta. El resto de la cinta tiene composiciones muy cuidadas, tomas largas, planos fijos y de pronto la cámara se sacude cual video de quinceañera. Se podría decir que lo terrible de la secuencia justifica la elección formal, pero parece más bien un descuido; no encaja bien.
Por supuesto la revelación al final no es sorprendente y da total forma a los personajes. Puede ser que simplifique un poco la compleja relación entre ellos, pero tiene sentido. Todo lo que pasa después también tiene sentido y es, una vez más, extremadamente cruel.
La escena final es brutal y también poética; una perfecta síntesis de la obra de Kim Ki Duk.
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