Escandalizó cuando salió en 1967, tal y como lo hizo la novela de Kessel en 1928. En un mundo sumamente burgués, Buñuel muestra las pasiones ocultas e inmorales. De una mujer de transparente belleza. León de oro en la mostra de Venecia 1967 .Ficha surrealista
IMDbCatherine Deneuve ha siempre tenido una reputación de belleza fría. Por lo tanto le conviene perfectamente el papel de Séverine, joven, hermosas, distinguida. Y frígida.
La novela de Joseph Kessel da en su prologo la explicación de esta separación entre cuerpo y corazón. A los ocho años, Séverine fue violada, en el pasillo del enorme departamento familiar, por un plomero, brutal y oliendo a gas.
Pero la película de Buñuel entra directamente a la mente de la joven, a sus fantasías: el paseo en el bosque en carruaje, con ruido de cascabeles, con su esposo Pierre (Jean Sorel) que la entrega a los dos conductores para que la amarren a un árbol, la desnuden, la azoten la insulten y la violen, es uno de los momentos más conocidos de la filmografía del gran director.
Las ensoñaciones de Séverine a lo largo de la película le sirven al cineasta, a la vez que explicitan la evolución interior del personaje, a dar pie a su propia imaginación y sus temas predilectos: (Iglesia, hipocresía, relaciones amos-servidumbre…) y a construir secuencias surrealistas. Los temas y situaciones de la vida real de Séverine, las palabras escuchadas durante el día se combinan con sus deseos ocultos de sumisión y humillación para componer escenas, la mayor parte en lugares abiertos, bosque, playa.
Es de recalcar que, si las películas de la época mexicana de Buñuel se desarrollaban por lo general en medios pobres (
Los olvidados, Nazarin), sus películas de la época francesa, pasan en un mundo burgués y por lo general parisino. Séverine y su esposo viven en un edificio absolutamente magnifico, en un departamento amplio, decorado con muebles de época. Pero hasta la primera escena que nos muestra a Marcel, el delincuente, se desarrolla en un edificio (situado en la película en los Campos elíseos) con una escalera y un elevador con pasamanos y rejas de hierro forjado precioso. Y Catherine Deneuve esta vestida por Yves Saint Laurent, con una elegancia perfecta.
Si Catherine Deneuve ha repetido la experiencia de trabajar con Buñuel solamente una vez, en
Tristana (1970), otros actores de la película lo han hecho en forma regular, en particular Michel Piccoli, el malvado Husson de la película. Estuvo en casi todas las películas del maestro en Francia, desde
Le journal d’une femme de chambre (1964), y hasta dobló a Fernando Rey en la versión francesa de
Este oscuro objeto del deseo (1977 ) . Pero también encontramos a unos actores secundarios habituales de Buñuel: François Maistre como el profesor masoquista, cliente regular de la casa de citas, y a Marguerite Muni, como la sirvienta, papel que Buñuel le dará en muchas películas.
El elegante Pierre, medico, elegante es tan amable y bondadoso, tan perfecto, que no puede satisfacer los deseos más ocultos de su esposa. Su perfección supone un obstáculo para ella que inhibe el deseo. Al contrario, Husson asusta a Severine, su sentido del humor la molesta. El nunca actúa, habla ni se viste como los demás (en la estación de esquí, es el único con abrigo sombrero y bufanda negros, en medio de jóvenes todos a la nueva moda invernal de las estaciones que en los sesentas empezaron a estar de moda. Y Buñuel se da el gust0 de un verdadero desfile de moda) . Es un ser aparte, como lo es Henriette, la por quien llega el escándalo, la burguesa que se prostituye y, en el club de tenis, viste ropa de ciudad en medio de jugadores de tenis vestidos de blanco. Y es ahí donde Husson le da a Severine una dirección de casa de citas.
Porque él ha entendido que Séverine necesita algo más. Y además, a él le satisface manipularla y jugar con ella. Asimismo, la dueña de la casa, Madame Anaïs (Geneviève Page) ha entendido que Séverine necesita ser tratada con dureza, ser obligada. Ambiente que no encuentra en casa con un esposo que la adora. Es remarcable la evolución que, de mujer altiva, se vuelve normal y interactúa con sus compañeras de trabajo, juega cartas, y sabe moverse y hablar con los clientes, con el perfecto natural que solo da la experiencia. La mujer frígida se está abriendo, se ve feliz. Hasta sonríe.
Las ideas preconcebídas sobe la casa de citas como lugar exótico, lujoso, cuando en realidad en un departamento de lo más normal, en un edificio donde van y vienen amas de casa, con cuartos sencillos, con una sala donde se ve televisión, se hace algún trabajo de costura o bordado, acompañado de una copita o un café. La hija de la sirvienta vuelve de la escuela y va hacer su tarea tranquilamente a la cocina o a su cuarto, después de enseñarle sus calificaciones a la dueña. Nada es como se lo imaginan.
Como siempre en las películas de Buñuel, la ropa reviste una importancia simbólica. Cuando Séverine sube la escalera para su primera tarde de “trabajo” la cámara se enfoca sobre sus zapatos: unos discretos zapatos de charol negro, de tacón mediano con hebilla, con guantes negros. Cuando se quita el abrigo, de cuello alto, lleva un vestido beige de manga larga. Pero después la veremos con escarpines puntiagudos y de tacón . Y el tema de los zapatos se completa finalmente con las altas botas de Marcel (Pierre Clémenti), de piel negro como su largo abrigo y el ancho cinturón quien el cual amenaza azotar a Séverine.
Importancia también de su peinado: llega a su primera día con un magnifico chongo muy elaborado, el mismo que tendrá al final de la película. Un chongo que recuerda a los de las actrices de Hitchcock.
La doble vida acabará cuando Husson volverá a la casa de citas: se encuentra con Séverine y hace que los dos mundos en los que se movía la protagonista, el real y el fantástico, y que hasta el momento habían llevado trayectorias paralelas, confluyan en tiempo y espacio. En ese momento, realidad y fantasía se encuentran. El peligro desatado se manifiesta en un sueño donde Pierre y Husson se enfrentan. Así Severine entiende que debe detenerse . Pero la maquina trágica esta en marcha. Y acabará realmente con un disparo contra el esposo. Marcel será el culpable. El hombre de la vida de las fantasías, el que dio placer, entra a la vida real y hiere al hombre de la vida real. Haciendo también que Séverine nunca pueda encontrar el placer con su esposo ya que queda paralizado de la parte inferior del cuerpo.
Pero Husson vuelve y, en su afán de dominar a Séverine e humillarla, le revela la verdad al esposo. O al menos le dice a Séverine que lo va a hacer. Cuando esta vuelve al salón, pensando que su esposo ya la desprecia, la felicidad le hace escuchar los cascabeles del carruaje, su esposo se levanta de su silla de ruedas y, al abrir la ventana, están en el bosque de las fantasías.