Resulta muy decepcionante que un punto de partida tan interesante acabe en una película tan mala. Ni comedia, ni drama, ni crítica a la sociedad. Muy plana.
Ver ficha IMDb
Los primeros quince o veinte minutos de la película son interesantes: la llegada de los maravillosos Joneses a su maravillosa nueva casa, en su maravilloso suburbio. Y el principio de sus campañas de venta. Como familia, y después como individuos, van tomando posesión del mercado. Con marcas y logotipos, frases comerciales, poses para publicidad. Cada uno en un segmento de populación, con los productos correspondientes.
Pero después, entramos a un conflicto cuando los verdaderos personajes, cuyos nombres no sabemos (salvo Steve el inadaptado a esta profesión, por falta de cinismo), reaccionan como seres reales, con intereses y sentimientos verdaderos: la “hija” Jenn se enamora de un señor rico y casado, el “hijo” Mick se siente atraído por el hermano de su “novia”. El “esposo” por la “esposa”. Y cuando la “hija” es abandonada por su amante, los Joneses padres reconfortan a su hijita.
El conflicto se torna mas serio cuando Larry, el vecino, ganado por la fiebre de compra se endeuda a punto de suicidarse. ¿Drama con moraleja? : cuidado al abusar del crédito. Pero en realidad, a nadie le importaba este personaje: tonto, ni siquiera bien parecido, ni inteligente, ni simpático con una esposa igual de insignificante. Ninguna lagrima se derramará al verlo en el fondo de su alberca.
¡Y el final! : Totalmente sacado de la manga, sin motivo, sin interés. Eso si, es para llorar.
Hubiera podido ser interesante profundizar en el lenguaje utilizado en este tipo de ventas Kate Jones lo menciona un poco: “unit”, family-cell”,”icon”. Inclusive es la base para algunas escenas comidas llevadas por Steve Jones. El lenguaje técnico de un sector de actividad es siempre ridículo visto desde afuera, y daba para una feroz crítica. Pero no se hizo.
Los actores son malos, no consiguen darles a sus caracteres una personalidad, una tonalidad propia. No tenemos ganas de identificarnos.
Sincerámente, en el mismo ambiente de suburbio adinerado, aunque un poco menos rico, Wisteria Lane me parece más interesante. Pasan cosas más divertidas o más terribles. Y las “Desperates Housewifes” sí tienen un estilo bien definido cada una. Y a veces, entran ganas de copiarlo.
Todo esto es al mismo tiempo muy pernicioso porque la película que enseña personajes (de ficción) vendiendo marcas reales, en realidad utiliza el “product placement” y le vende al espectador estos productos. De la misma forma que los vecinos fueron victimas de los Joneses, nosotros podríamos ser victimas del director y del productor.
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Los primeros quince o veinte minutos de la película son interesantes: la llegada de los maravillosos Joneses a su maravillosa nueva casa, en su maravilloso suburbio. Y el principio de sus campañas de venta. Como familia, y después como individuos, van tomando posesión del mercado. Con marcas y logotipos, frases comerciales, poses para publicidad. Cada uno en un segmento de populación, con los productos correspondientes.
Pero después, entramos a un conflicto cuando los verdaderos personajes, cuyos nombres no sabemos (salvo Steve el inadaptado a esta profesión, por falta de cinismo), reaccionan como seres reales, con intereses y sentimientos verdaderos: la “hija” Jenn se enamora de un señor rico y casado, el “hijo” Mick se siente atraído por el hermano de su “novia”. El “esposo” por la “esposa”. Y cuando la “hija” es abandonada por su amante, los Joneses padres reconfortan a su hijita.
El conflicto se torna mas serio cuando Larry, el vecino, ganado por la fiebre de compra se endeuda a punto de suicidarse. ¿Drama con moraleja? : cuidado al abusar del crédito. Pero en realidad, a nadie le importaba este personaje: tonto, ni siquiera bien parecido, ni inteligente, ni simpático con una esposa igual de insignificante. Ninguna lagrima se derramará al verlo en el fondo de su alberca.
¡Y el final! : Totalmente sacado de la manga, sin motivo, sin interés. Eso si, es para llorar.
Hubiera podido ser interesante profundizar en el lenguaje utilizado en este tipo de ventas Kate Jones lo menciona un poco: “unit”, family-cell”,”icon”. Inclusive es la base para algunas escenas comidas llevadas por Steve Jones. El lenguaje técnico de un sector de actividad es siempre ridículo visto desde afuera, y daba para una feroz crítica. Pero no se hizo.
Los actores son malos, no consiguen darles a sus caracteres una personalidad, una tonalidad propia. No tenemos ganas de identificarnos.
Sincerámente, en el mismo ambiente de suburbio adinerado, aunque un poco menos rico, Wisteria Lane me parece más interesante. Pasan cosas más divertidas o más terribles. Y las “Desperates Housewifes” sí tienen un estilo bien definido cada una. Y a veces, entran ganas de copiarlo.
Todo esto es al mismo tiempo muy pernicioso porque la película que enseña personajes (de ficción) vendiendo marcas reales, en realidad utiliza el “product placement” y le vende al espectador estos productos. De la misma forma que los vecinos fueron victimas de los Joneses, nosotros podríamos ser victimas del director y del productor.
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