Grown Ups responde a la pregunta (que en realidad no necesita una respuesta): ¿Qué pasa cuando un grupo de amigos que son re cotorros se juntan después de harto tiempo? Y no me refiero a la trama de la película, sino a su razón de ser.
La ficha IMDB está aquí
Un grupo de chicuelos consiguieron, para orgullo de su entrenador, ganar el campeonato de basquetbol (a qué nivel es irrelevante). Años después, la muerte de dicho entrenador los reúne para un loco loco fin de semana de diversión.
Lenny Feder (Adam Sandler) es el exitoso productor de Hollywood, simpático, buena onda y todo un ganador. Sus hijos son una reverenda peste y su esposa (Salma Hayek) es casi tan atractiva como es pésima actriz. Pésima. Eric (Kevin James) se presenta como un exitoso empresario, aunque de pronto descubrimos que no le está yendo tan bien. Kurt (Chris Rock) es divertido porque todos los estereotipos de pareja aplican en su caso, pero con los géneros invertidos. Debió haber sido difícil para el actor soportar una película donde solo dos de sus chistes giraron en torno al color de la piel. También están Rob (Rob Schneider) un gerontofílico sentimentaloide y Marcus (David Spade) el soltero empedernido que se da cuenta de lo vacía de su vida.
Y sin enlisto a todos estos amigos es solo porque eso es la película. Los amiguitos de Saturday Night Live se juntaron a echar cotorreo y, para matar dos pájaros de un tiro, trajeron a más actores y algunas cámaras. No tendría problema alguno con eso; de no ser por los intentos francamente estúpidos por justificar la historia (con las “sorpresas”, las “confesiones” y “reconciliaciones”) y la escena diseñada para ser de Adam Sandler aun más un dios de la buena onda.
Dicho eso, hay secuencias donde me reí mucho; un par demasiado forzadas, como la secuencia con la leche materna; pero hay unos chistes buenísimos, sobre todo cuando solo se trata de secuencias de dialogo entre estos viejos amigos. Francamente hay pocas cosas más divertidas que un grupo de cuates, que se ve que son re cuates, tirándose carrilla.
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Un grupo de chicuelos consiguieron, para orgullo de su entrenador, ganar el campeonato de basquetbol (a qué nivel es irrelevante). Años después, la muerte de dicho entrenador los reúne para un loco loco fin de semana de diversión.
Lenny Feder (Adam Sandler) es el exitoso productor de Hollywood, simpático, buena onda y todo un ganador. Sus hijos son una reverenda peste y su esposa (Salma Hayek) es casi tan atractiva como es pésima actriz. Pésima. Eric (Kevin James) se presenta como un exitoso empresario, aunque de pronto descubrimos que no le está yendo tan bien. Kurt (Chris Rock) es divertido porque todos los estereotipos de pareja aplican en su caso, pero con los géneros invertidos. Debió haber sido difícil para el actor soportar una película donde solo dos de sus chistes giraron en torno al color de la piel. También están Rob (Rob Schneider) un gerontofílico sentimentaloide y Marcus (David Spade) el soltero empedernido que se da cuenta de lo vacía de su vida.
Y sin enlisto a todos estos amigos es solo porque eso es la película. Los amiguitos de Saturday Night Live se juntaron a echar cotorreo y, para matar dos pájaros de un tiro, trajeron a más actores y algunas cámaras. No tendría problema alguno con eso; de no ser por los intentos francamente estúpidos por justificar la historia (con las “sorpresas”, las “confesiones” y “reconciliaciones”) y la escena diseñada para ser de Adam Sandler aun más un dios de la buena onda.
Dicho eso, hay secuencias donde me reí mucho; un par demasiado forzadas, como la secuencia con la leche materna; pero hay unos chistes buenísimos, sobre todo cuando solo se trata de secuencias de dialogo entre estos viejos amigos. Francamente hay pocas cosas más divertidas que un grupo de cuates, que se ve que son re cuates, tirándose carrilla.
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