Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, August 31, 2010

Saber dar (N. Holofcener - 2010) 6.5/10


Una descripción intimista y agridulce de unos ejemplos un poco ridículos de la sociedad moderna. Con sus egoísmos y generosidades, y sus intentos de resolver sus contradicciones. El mundo de los Coen, o de Wes Anderson sin el sarcasmo.

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El principio de la película es un desfile de senos, de todas las edades, formas y volúmenes, que son jalados, empujados, y aplastados para que les tomen una mamografía. Situación que, además de ser incomoda, puede ser bastante angustiante, si no es que dramática. Pero la acumulación nos da la tonalidad de la película: vamos a sonreír de los problemas.

El pequeño grupo de personajes que vemos vivir están reunidos solamente por la proximidad de los departamentos: Kate (Catherine Keener) y Alex (Oliver Platt) viven con su hija Abby, adolescente redonda y acneica, en el departamento vecino de una anciana de noventa años, a la cual compraron el departamento en vida. Esperan (con impaciencia, ella,; con tranquilidad, él) que se muera para ampliar el suyo. Esta recibe frecuentemente las visitas de su nieta Rebecca ( Rebecca Hall) (la que hace las mamografías) y excepcionalmente las de su otra nieta , la superficial Mary (Amanda Peet)

Todos viven en contradicción consigo mismos y son un poco ridículos: una es demasiado alta, desaliñada y altruista, una demasiado tonta y egoísta, pero guapa. Uno feo, gordo, pero tierno. Una vieja, cascarrabias., pero sincera. Etc… Algunos tratan de convivir con sus malestares, cayendo en incoherencias mayores: Kate se siente desalmada al comprar barato los muebles de los muertos y quiere compensar dando su dinero sin medida a todos los limosneros que se le atraviesan, y tratando de participar en grupos de apoyo. Pero no tiene bastante fuerza de carácter: una de las niñas con síndrome de Down que venía ayudar termina reconfortándola en el baño. Abby se tapa los granos de la cara con una pantaleta , y sueña con jeans apretados.. Mary pasa todos los días delante de la tienda de la novia de su exnovio para imponerse el tormento de la magnifica espalda de su rival. Y Alex termina en la cama de Mary sin saber porque.

Todos en cierta forma se sienten solos e insatisfechos en su vida, buscan un remedio, y se equivocan. Pero Lo hacen con humor, con diálogos divertidos, con mucha auto irrisión, y también irrisión mutua. Parece que sus desgracias finalmente les divierten. No pueden vivir sin ellas.

Pero el final me pareció decepcionante, porque se toma demasiado en serio y es demasiado moralizante. Otra vez, terminamos con un “Viva la familia”: las dos hermanas parecen reconciliarse después de la muerte de la abuela. Papa y mama llevan a su hijita a comprarse sus tan deseados jeans. Nueva forma de dar una falsa solución a los problemas. Porque Mary sigue siendo una “bitch” guapa pero insoportable de superficial, porque Rebecca sigue incapaz de salir de su rutina. Porque los padres, con los jeans de 235 dólares, le dan gusto a su hija pero la hacen ver más gorda y ridícula.

Pero finalmente, salimos con una sonrisa. Porque todos tenemos nuestras pequeñas o grandes obsesiones ridículas. Y les tenemos mucho cariño.

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