Rusell Crowe interpreta a un tipo duro que es mejor que todos en todo sentido y lo demuestra a golpes. Joaquin Phoenix es un desquiciado y patético emperador enfermo de poder. Ridley Scott dirige una película de acción con hartísimo presupuesto y un sub-texto pobremente disimulado acerca de la grandeza de la democracia americana. Gladiator es lo que toda cinta gringa aspira a ser; y además de todo es disfrutable.
La ficha IMDB
Commodus (Phoenix) es el hijo del emperador romano Marcus Aurelius (Richard Harris), que decide asesinar a su padre cuando descubre que no heredara el trono. También decide asesinar a quien su padre había elegido como sucesor, el increíblemente perfecto Maximus (Russell Crowe). Pero Maximus escapa y se convierte, por azares del destino, en gladiador. Esos mismos azares le harán vengarse y cambiar la historia del imperio romano.
Tanto Crowe como Phoenix son geniales en sus papeles dentro de Gladiator. Crowe es noble y decidido, con ojitos tristes pero llenos de determinación. Su falta de emoción durante toda la cinta, aun cuando está muy triste, funcionan bien con el personaje. Phoenix por su lado es una vez más sorprendente, capturando la esencia del joven emperador evidentemente perturbado, con momentos entre él y su hermana (Connie Nielsen) que son francamente incómodos, como debía ser.
Fuera de eso, esta cinta tiene todos los estereotipos necesarios, todos los momentos cliché y todas las salidas fáciles que se pueden esperar de una cinta cuyo director se apellida Scott.
Definitivamente me sigue emocionando la primera aparición de Maximus en el coliseo en Roma y su última pelea contra Commodus. Pero sobre todo, sigue siendo bien emocionante su muerte y lo épico que resulta todo el asunto. Una cinta bien gringa que es una bonita manera de pasar un par de horas.
La ficha IMDB
Commodus (Phoenix) es el hijo del emperador romano Marcus Aurelius (Richard Harris), que decide asesinar a su padre cuando descubre que no heredara el trono. También decide asesinar a quien su padre había elegido como sucesor, el increíblemente perfecto Maximus (Russell Crowe). Pero Maximus escapa y se convierte, por azares del destino, en gladiador. Esos mismos azares le harán vengarse y cambiar la historia del imperio romano.
Tanto Crowe como Phoenix son geniales en sus papeles dentro de Gladiator. Crowe es noble y decidido, con ojitos tristes pero llenos de determinación. Su falta de emoción durante toda la cinta, aun cuando está muy triste, funcionan bien con el personaje. Phoenix por su lado es una vez más sorprendente, capturando la esencia del joven emperador evidentemente perturbado, con momentos entre él y su hermana (Connie Nielsen) que son francamente incómodos, como debía ser.
Fuera de eso, esta cinta tiene todos los estereotipos necesarios, todos los momentos cliché y todas las salidas fáciles que se pueden esperar de una cinta cuyo director se apellida Scott.
Definitivamente me sigue emocionando la primera aparición de Maximus en el coliseo en Roma y su última pelea contra Commodus. Pero sobre todo, sigue siendo bien emocionante su muerte y lo épico que resulta todo el asunto. Una cinta bien gringa que es una bonita manera de pasar un par de horas.
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