Una película poco convincente. “Breach” habla del caso real de un agente del FBI, Robert Hanssen, culpable de traición contra los Estados Unidos, arrestado en 2001. Pero resulta poco interesante, por su tema y por sur realización.
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Los espías son personajes para cintas de acción, con persecuciones, chicas guapas, Martini y suspenso. Son para divertirse. Cuando una película se desarrolla casi completamente en interiores, oficinas, casas, iglesias. , en un ambiente gris, tedioso, y además tiene un ritmo de lo más aburrido, se parece más a un documental. Aunque, para acelerar un poco el ritmo se mezclen escenas inspiradas de thrillers : mantener el hombre fuera mientras se desmonta su coche, o alargar una sesión de fotos mientras se descarga el contenido de su Palm.
Es cierto que despierta cierto interés, para gente como yo que no se sabía el final de la historia. Porque el arte del director es llevarnos a dudar, como lo hace el joven protagonista Eric O’Neill (Ryan Philippe, bastante inexpresivo como siempre) a pesar de la seguridad mostrada por sus jefes. La fachada esta impecable. En realidad, Robert Hanssen (Chris Cooper) parece demasiado odioso para ser de verdad malo.
Lo verdaderamente interesante hubiera sido profundizar en el carácter de este hombre, sus motivaciones. Chris Cooper lo interpreta como un obsesivo, un verdadero tirano, al punto de casi acosar a su subordinado, un caso sicológico, un ser perverso bajo apariencias de católico devoto, empleado y abuelo ejemplar. Pero a nivel personal, no en un plan político.
¿Que hace de Robert Hanssen un caso especial? ¿El volumen de información pasada al enemigo? ¿El hecho de que el mismo estaba al mando del servicio de protección de la información del FBI? El tiempo, veintidós años de sus veinticinco de servicio, que siguió asiéndolo sin ser descubierto? Mucha habilidad de su parte, o mucha torpeza de parte del FBI.
Ahora, gran parte de la película, y todo el hecho real, reposa sobre la noción de patriotismo y de lo que representa un espía. Alguien que traiciona. Porque pasa información secreta de su país a otro. Robert Hanssen provocó la muerte de agentes rusos dobles, al servicio de Estados Unidos. O sea, que pasaban información de su país a Estados Unidos. O sea, seamos lógicos, que traicionaban a su país. ¿Valían más que Robert Hanssen? Porque si pretendemos que una idea sea un valor moral, debe de ser universal. Traición es traición, Y que se practique al servicio de los “buenos” (noción muy relativa) no le quita lo inmoral.
Es cierto que despierta cierto interés, para gente como yo que no se sabía el final de la historia. Porque el arte del director es llevarnos a dudar, como lo hace el joven protagonista Eric O’Neill (Ryan Philippe, bastante inexpresivo como siempre) a pesar de la seguridad mostrada por sus jefes. La fachada esta impecable. En realidad, Robert Hanssen (Chris Cooper) parece demasiado odioso para ser de verdad malo.
Lo verdaderamente interesante hubiera sido profundizar en el carácter de este hombre, sus motivaciones. Chris Cooper lo interpreta como un obsesivo, un verdadero tirano, al punto de casi acosar a su subordinado, un caso sicológico, un ser perverso bajo apariencias de católico devoto, empleado y abuelo ejemplar. Pero a nivel personal, no en un plan político.
¿Que hace de Robert Hanssen un caso especial? ¿El volumen de información pasada al enemigo? ¿El hecho de que el mismo estaba al mando del servicio de protección de la información del FBI? El tiempo, veintidós años de sus veinticinco de servicio, que siguió asiéndolo sin ser descubierto? Mucha habilidad de su parte, o mucha torpeza de parte del FBI.
Ahora, gran parte de la película, y todo el hecho real, reposa sobre la noción de patriotismo y de lo que representa un espía. Alguien que traiciona. Porque pasa información secreta de su país a otro. Robert Hanssen provocó la muerte de agentes rusos dobles, al servicio de Estados Unidos. O sea, que pasaban información de su país a Estados Unidos. O sea, seamos lógicos, que traicionaban a su país. ¿Valían más que Robert Hanssen? Porque si pretendemos que una idea sea un valor moral, debe de ser universal. Traición es traición, Y que se practique al servicio de los “buenos” (noción muy relativa) no le quita lo inmoral.