El actorazo Michael Caine en una historia con una premisa bien interesante y con implicaciones igualmente meritorias; y sin embargo pareciera que los creadores no tenían en claro a donde querían llevar al personaje. Un triste caso de ejecución fallida, Harry Brown no logra encontrar su ritmo y termina siendo un desperdicio de un gran actor y una buena idea.
La ficha IMDB
Leonard Attwell (David Bradley) es un hombre retirado quien vive en temor constante por la presencia de sus jóvenes vecinos. La única persona que tiene a su lado es su amigo, el igualmente retirado y viudo Harry Brown ( Michael Caine). Cuando Leonard muere asesinado, el único que parece interesarse es Harry y la oficial Alice Frampton (Emily Mortimer). Pero Harry es el único que hará algo al respecto. Además, la policía decide caerle con todo a las pandillas callejeras y la ciudad se vuelve un infierno.
La actuación de Caine es por supuesto estelar como siempre, y su personaje además de ser interesante en sí mismo, pasa por situaciones que hubiese quebrado cualquier otro espíritu, haciendo un ejercicio que probablemente le resulto demandante a Caine. Su presencia, y quizás también la de Emily Mortimer, es lo más interesante de la cinta. La fotografía Martin Ruhe (Control – Corbjin, 2007) también tiene momentos estelares, con interesantes juegos entre la intensidad en la acción, y la intensidad de los personajes.
Lo que resulta decepcionante es que de pronto la película cambia de la lucha de un hombre por defender su dignidad en un mundo que lo ha dejado atrás a una de acción policiaca que ni es la La Haine (Kassovitz, 1995) ni es un thriller policiaco.
El terror de Leonard Attwell transmitido con tanta fuerza por David Bradley se vuelve superfluo, vacio. El conflicto de Harry, su esfuerzo al hundirse en este mundo podrido, por sobrevivir a sus horrores tan bien manifestados en la casa de crack y en la escena de tortura, se vuelven casi ridículos en el tiroteo del túnel y se olvidan casi por completo en la secuencia final. Más que nada, porque el “malo” de la cinta, que era un concepto, la idea de una generación fuera de control, sin límites, sin respeto (algo que esta increíblemente bien ejemplificado en la secuencia inicial) se vuelve un ser humano preciso. El malo es al final una persona, un tipo despreciable que es malo sin medida. Ya no es un hombre solo contra el mundo. Es un hombre contra un tipo bien mala onda.
Una verdadera lástima, pues el potencial era enorme.
La ficha IMDB
Leonard Attwell (David Bradley) es un hombre retirado quien vive en temor constante por la presencia de sus jóvenes vecinos. La única persona que tiene a su lado es su amigo, el igualmente retirado y viudo Harry Brown ( Michael Caine). Cuando Leonard muere asesinado, el único que parece interesarse es Harry y la oficial Alice Frampton (Emily Mortimer). Pero Harry es el único que hará algo al respecto. Además, la policía decide caerle con todo a las pandillas callejeras y la ciudad se vuelve un infierno.
La actuación de Caine es por supuesto estelar como siempre, y su personaje además de ser interesante en sí mismo, pasa por situaciones que hubiese quebrado cualquier otro espíritu, haciendo un ejercicio que probablemente le resulto demandante a Caine. Su presencia, y quizás también la de Emily Mortimer, es lo más interesante de la cinta. La fotografía Martin Ruhe (Control – Corbjin, 2007) también tiene momentos estelares, con interesantes juegos entre la intensidad en la acción, y la intensidad de los personajes.
Lo que resulta decepcionante es que de pronto la película cambia de la lucha de un hombre por defender su dignidad en un mundo que lo ha dejado atrás a una de acción policiaca que ni es la La Haine (Kassovitz, 1995) ni es un thriller policiaco.
El terror de Leonard Attwell transmitido con tanta fuerza por David Bradley se vuelve superfluo, vacio. El conflicto de Harry, su esfuerzo al hundirse en este mundo podrido, por sobrevivir a sus horrores tan bien manifestados en la casa de crack y en la escena de tortura, se vuelven casi ridículos en el tiroteo del túnel y se olvidan casi por completo en la secuencia final. Más que nada, porque el “malo” de la cinta, que era un concepto, la idea de una generación fuera de control, sin límites, sin respeto (algo que esta increíblemente bien ejemplificado en la secuencia inicial) se vuelve un ser humano preciso. El malo es al final una persona, un tipo despreciable que es malo sin medida. Ya no es un hombre solo contra el mundo. Es un hombre contra un tipo bien mala onda.
Una verdadera lástima, pues el potencial era enorme.
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