Lo único que se de la primera Tron (Lieberger, 1982) es que nadie la ha visto. Todo lo que sabía de la segunda Tron es que el presupuesto de la campaña de publicidad fue colosal y que por alguna razón que no entiendo del todo, hubo una explosión de tutoriales de Photoshop para dar “efecto Tron” a toda imagen jamás creada. Cuando la pantallita en el avión me dio la oportunidad de ver Tron: Legacy decidí no cerrar los ojos. Hubiese sido igualmente productivo dormir.
La ficha IMDB
Sam Flynn (Garret Hedlund) es el hijo del famosísimo Kevin Flynn (Jeff Bridges, tan alivianado como siempre), el personaje central de la primera película. El muchacho que esta siempre corriendo tras el fantasma de su padre consigue entrar al mundo virtual que aquel creo. Ahí conoce a Quorra (Olivia Wilde) un sensual programa rebelde que está aliado con Kevin Flynn. También descubre que el maloso de la película Clu (Jeff Bridges, ligeramente menos aliviando que siempre) lo trajo a este mundo como parte de su incomprensible plan para invadir el mundo real.
La estética de la cinta es innegablemente atractiva. Es curioso como el principio básico detrás de esa estética sigue significando “ciencia ficción” después de casi 30 años. Desafortunadamente, la película entera parece descansar simplemente en esa estética, y mientras eso es entendible y hasta aceptable para un clip musical de 4 minutos 57 segundos, no lo es tanto así para un largometraje de 125 minutos.
El intento por crear un universo cohesivo, con sus reglas y estructuras falla miserablemente, sobre todo porque es imposible identificarse con ninguno de los personajes, sea porque todos unidimensionales, sea porque es casi imposible distinguirlos unos de otros una vez que se ponen sus casquitos. La trama es presentada de una manera mucho más complicada de lo que en realidad amerita en lo que parece un intento por engañar al publico haciéndole pensar que en realidad si hay una historia desarrollándose.
Los efectos especiales son atractivos pero acompañados de una dirección que no sabe como echar mano de ellos terminan siendo una eterna repetición del mismo efecto y nada más.
Al final, si bien las luces brillantes siempre son una excelente distracción, no justifican la existencia de una película.
La ficha IMDB
Sam Flynn (Garret Hedlund) es el hijo del famosísimo Kevin Flynn (Jeff Bridges, tan alivianado como siempre), el personaje central de la primera película. El muchacho que esta siempre corriendo tras el fantasma de su padre consigue entrar al mundo virtual que aquel creo. Ahí conoce a Quorra (Olivia Wilde) un sensual programa rebelde que está aliado con Kevin Flynn. También descubre que el maloso de la película Clu (Jeff Bridges, ligeramente menos aliviando que siempre) lo trajo a este mundo como parte de su incomprensible plan para invadir el mundo real.
La estética de la cinta es innegablemente atractiva. Es curioso como el principio básico detrás de esa estética sigue significando “ciencia ficción” después de casi 30 años. Desafortunadamente, la película entera parece descansar simplemente en esa estética, y mientras eso es entendible y hasta aceptable para un clip musical de 4 minutos 57 segundos, no lo es tanto así para un largometraje de 125 minutos.
El intento por crear un universo cohesivo, con sus reglas y estructuras falla miserablemente, sobre todo porque es imposible identificarse con ninguno de los personajes, sea porque todos unidimensionales, sea porque es casi imposible distinguirlos unos de otros una vez que se ponen sus casquitos. La trama es presentada de una manera mucho más complicada de lo que en realidad amerita en lo que parece un intento por engañar al publico haciéndole pensar que en realidad si hay una historia desarrollándose.
Los efectos especiales son atractivos pero acompañados de una dirección que no sabe como echar mano de ellos terminan siendo una eterna repetición del mismo efecto y nada más.
Al final, si bien las luces brillantes siempre son una excelente distracción, no justifican la existencia de una película.
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